La fatà il·lâ 'Alî

La fatà il·lâ 'Alî
"Has de saber que aquel que realiza la Futuwwah
es situado delante, cerca del Señor de los hombres.

Preferir el otro a sí mismo, he ahí el adorno del caballero (fatà).
Sea este quien sea, honor a él.

La impetuosidad de las pasiones no lo agitan,
siempre firme como una montaña.

Ninguna pena lo aflige, ningún miedo lo despoja
de sus nobles virtudes en el fragor de su combate.

Mira cómo, él solo, ha derribado los ídolos.
Así es él: suave y duro a un tiempo".

Ibn 'Arabî (Murcia, 1165-Damasco, 1240)

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Los ojos de Al·lâh

Yavânmardân, los ojos de Al·lâh



"No se trata de buscar la reabsorción del mundo, sino de llevarlo a la apokatastasis: al frashkart, transfiguración o rejuvenecimiento, en la terminología zoroastriana; qiyâmat, resurrección, en la terminología shiíta. Pero sólo los "jóvenes", los yavânmardân, pueden cooperar en este rejuvenecimiento. Y éste es el papel de los "Amigos de Al·lâh", de los yavânmardân en todos los grados en que pueden estar situados en este mundo, en todos los planos de su yavânmardî, de su caballería. Hay una frase admirable de uno de los grandes místicos iranios del siglo XII. Rûzbehân de Shîrâz, que dice, hablando, de los Amigos de Al·lâh: "Son los ojos por los que Al·lâh no deja de mirar al mundo". Pensamos en todas las resonancias que la palabra "mirar" tiene en francés. Estos "Amigos de Al·lâh" son los ojos por los que Al·lâh mira, es decir "mira por" el mundo, se preocupa o se siente concernido por él; todos nuestros espirituales están de acuerdo en este punto: gracias a ellos, gracias a su comunidad incognito, gracias a su polo místico que es el Imâm, el mundo de los hombres continúa subsistiendo. Hay ahí una función de salvación cósmica que es infinitamente más importante y que tiene un alcance inconmesurablemente mayor que toda función social".

[Henry Corbin, El hombre y su ángel. Iniciación y caballería espiritual, Destino, Barcelona, 1995, pp. 228-229]. 

martes, 12 de noviembre de 2013

Ibn 'Arabî y la Futuwwah

La Futuwwah según Ibn 'Arabî

"Si Ibrahim [Abraham] es considerado como el fundador de la Futuwwah y el Corán hace de él el modelo de fatà, no es a causa de su generosidad y su hospitalidad, sino porque se atreve a destruir los ídolos e instaurar el culto a Dios Único, arriesgando su vida y haciendo frente a su propio pueblo (Corán 21, 60). El capítulo de Ibn 'Arabî [el XLII de su Futûhât al-Makkiyya o Iluminaciones de La Meca, dedicado a la Futuwwah] puede ser leído como un retorno al sentido más profundo de esta Futuwwah abrahámica, que consiste en dar a Dios la preferencia absoluta sobre toda cosa. Los 'Compañeros de la Caverna' merecen igualmente recibir la denominación de fityân (pl. de fatà) por haber huido de la idolatría de su pueblo (Corán 18, 10-13). Mientras que Ibrâhîm restaura la 'Religión Eterna' (al-dîn al-qayyîm), los Compañeros de la Caverna, “visires del Mahdî”, la preservan hasta el fin de los tiempos”.

[Andrés Guijarro, prólogo en Ibn 'Arabî, Textos sobre la caballería espiritual, Edaf, Madrid, 2006, pp. 13-14].    

lunes, 11 de noviembre de 2013

Esencia de la Futuwwah-Yavânmardî

Esencia de la Futuwwah


"¡Oh derviche! El sufismo fue fundado sobre los valores de la Yavânmardî o caballería espiritual, cuya esencia es la constancia, la gratitud y el reconocimiento de los derechos de los demás. Haz todo lo posible para ser fiel a las promesas que has hecho a Al·lâh y al maestro de la Senda, ya que el valor del hombre reside en su fidelidad. Los que no permanecen fieles a sus promesas y aquellos en los que no se puede confiar, no tienen cabida en la Senda del amor y la pureza".

[Dr. Javad Nurbakhsh, SUFÍ nº 26, otoño e invierno 2013, p. 2].

jueves, 7 de noviembre de 2013

Futuwwah, caballeros y artesanos

Futuwwah, caballeros y artesanos


"Los aspectos de la doctrina sufí así delineados se dirigen a aquellos cuyas necesidades intelectuales requieren tal explicación y cuya vocación es pensar y conocer. En cuanto a otros cuya función es hacer y obrar, el sufismo ha conseguido en la sociedad islámica tradicional proporcionar los medios de integración a este grupo por la unión de sus símbolos con los de las artes y los oficios. Mediante el proceso de hacer cosas el artesano ha podido conseguir la perfección espiritual y la integración interior gracias al vínculo creado entre los gremios (asnaf y futuwwah) y las órdenes sufíes. Las transformaciones del color, la forma y otros accidentes que experimentan los materiales en manos del artesano llegaron a poseer una significación simbólica referente a la transformación del alma humana. Y en la misma esfera la alquimia, que es a un tiempo una ciencia simbólica de las formas materiales y una expresión simbólica de las transformaciones espirituales y psicológicas del alma, se convirtió en el enlace entre el sufismo y el arte, a la par que su lenguaje fue el medio que brindó al artífice y al artesano la posibilidad de integrar su vida externa e interna, su trabajo y su actividad religiosa. De este modo, por lo que atañe a la cuestión de la integración de la mente, las artes tradicionales y los métodos relativos a ellas llegaron a desempeñar para el artesano un papel análogo al de la doctrina sufí para el hombre contemplativo y el pensador".

[Seyyed Hossein Nasr, Sufismo vivo. Ensayos sobre la dimensión esotérica del islam, Herder, Barcelona, 1985, p. 56-57].

Mawlânâ Rûmî y la Futuwwah

Mawlânâ Rûmî y la Futuwwah de 'Alî


De cómo un enemigo escupió en la cara del príncipe de los creyentes, 'Alî ibn Abî Tâlib, que Al·lâh honre su persona, y de cómo 'Alî dejó caer la espada de su mano.

"Aprende de 'Alî a actuar sinceramente: sabe que el León de Al·lâh [Haydar] estaba limpio de todo engaño. Cuando luchaba contra los infieles, venció a cierto caballero, alzó la espada y se apresuró (a matarle). Éste escupió en la cara de 'Alî, orgullo de todos los profetas y santos; escupió en un rostro ante el que se inclina la faz de la luna.

De inmediato, 'Alî tiró la espada y dejó de luchar con él. El caballero se quedó atónito por este acto y porque le perdonaba y se mostraba misericordioso sin causa. Dijo: "Has levantado la espada contra mí, ¿por qué la alejas y me perdonas la vida? ¿Qué has visto que fuera mejor que combatirme, de forma que has cesado en tu lucha? (...) ¡Oh 'Alî, tú que eres todo mente y ojo, relata algo de lo que has visto! La espada de tu dominio de ti mismo ha partido mi alma, el agua de tu conocimiento ha purificado mi tierra. ¡Cuéntalo! (...) Dado que tú eres la puerta de la ciudad del conocimiento, los rayos del Sol de clemencia, ábrete, oh puerta, para quien te busca, de forma que puedan así las cáscaras llegar a la nuez. Ábrete eternamente, oh puerta de misericordia, oh entrada a "Nadie es como Él" [Corán 112, 4] (...) ¿Por qué esta misericordia en lugar de la venganza? ¿Quién le da la mano a un dragón?".

De cómo el príncipe de los creyentes explicó cuál fue el motivo de que soltara la espada en esa ocasión.

Dijo 'Alî: Empuño la espada por amor de Al·lâh, soy Su siervo, no estoy bajo el mando del cuerpo. Soy el León de Al·lâh, no el león de la pasión: mis actos dan fe de mi religión. En la guerra soy "No tirabas tú cuando tiraste" [Corán 8, 17]. Yo soy como la espada y es el Sol quien la empuña. Me he deshecho del equipaje del yo, considero todo lo que no es Al·lâh como no-existencia (...) No soy una brizna de paja, soy una montaña de autodominio, paciencia y justicia: cómo va el fiero viento a llevarse a la montaña? (...).

La cólera reina sobre los reyes, pero es mi esclava: hasta a la ira le he puesto riendas. La espada de mi autodominio ha golpeado el cuello de mi furia; la cólera de Al·lâh me sobreviene como una misericordia. Estoy sumido en la luz, aunque mi techo está roto; me he convertido en un jardín, aunque me llamen Abû Turâb, el padre del polvo. Puesto que ha intervenido un pensamiento de algo que no era Dios, debo envainar la espada, para que mi nombre sea "ama por causa de Al·lâh" y para que mi deseo pueda ser "odia por causa de Al·lâh", para que mi generosidad sea "da por causa de Al·lâh" y mi ser sea "retiene por causa de Al·lâh" (...) Pertenezco enteramente a Al·lâh, no pertenezco a nadie más". 

[Mawlânâ Rûmî, Masnaví I, 3721 y ss.].

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Futuwwah y caballería occidental

Futuwwah y caballería occidental




"(...) ¿cuál es la relación entre la caballería occidental y la caballería oriental [Futuwwah]? Hammer-Purgstall ve una influencia de la caballería árabe, en su forma iniciática que se remonta al Profeta [Muhammad], en el espíritu y la evolución de la caballería occidental. Después de la batalla de Ohod, el Profeta oyó decir a Gabriel [el ángel de la revelación coránica]: "No hay espada salvo Dhû-l-Fiqâr (nombre de la espada de 'Alî), ni fatà sino 'Alî", lo que le permite afirmar: "La caballería árabe es cuatro siglos más antigua que la europea, cuya época dorada comienza con el tiempo de las cruzadas y acaba con ellas". ¿Es preciso entrever una ruptura o bien considerar que no hay ninguna solución de continuidad entre la Futuwwah preislámica, llamada profana, y la Futuwwah islámica en sus dimensiones religiosa e iniciática (sufí)?".

[Laila Khalifa, Ibn Arabî. L'initiation à la futuwwa, Albouraq, Beirut, 2001, p. 20].

El deber de hablar bien

El deber de hablar con nobleza


"(...) el lenguaje humano en sí, por definición, es algo sagrado; por eso es una verdadera fechoría descuidarlo e incluso empujarlo al abismo, como se hace alegremente en nuestros días. Uno de los primeros deberes del hombre es hablar y escribir correctamente, de una manera noble, manteniendo siempre la mirada fija en la tradición, que representa y canaliza el origen divino; incluso las lenguas profanas, que son las nuestras, han salvaguardado en sí mismas ese elemento esencial -y en el fondo natural en el hombre- que es la dignidad. No ocurre evidentemente lo mismo con las jergas demagógicas que quieren imponernos en nombre de un sincerismo inspirado en la vulgaridad real o supuesta de las masas, y en todo caso propagada por los mass media. Por una parte se decide que el pueblo es trivial -olvidando que hay pueblo y pueblo- y por otra se le impone la trivialidad, a la que se considera la norma humana, cuando, de hecho, resulta de la irreligión, o sea de la pérdida del sentido de lo sagrado".

[Frithjof Schuon, Tener un centro, J. J. de Olañeta editor, Palma de Mallorca, 2001, pp. 168-169].