"El objeto de estas cofradías u órdenes es ayudar al arquero a ser excelente en su arte, y está claro que la esencia de esta excelencia consiste en hacer perfecta el alma individual. Por esta razón, el arco se identifica con el ser humano e incluso se da a sus diferentes partes un nombre correspondiente a una parte del cuerpo humano. Así la individualidad imperfecta a menudo se equipara a un arco curvado, su verdadero Sí a la flecha recta y el vuelo de esta flecha que sale del arco, a la liberación del Sí, o del Espíritu, de las tinieblas del 'yo'. El disparo y el vuelo de esta flecha del Espíritu presuponen que el arquero ha destruido en su alma toda imperfección y toda ilusión; el objetivo que han de alcanzar las flechas -ya sea un blanco dado, o también, como entre los turcos en particular, una gran extensión que hay que salvar- no era otro en realidad que Dios".
[Joseph Epes Brown, El arte del tiro con arco, seguido de Ananda K. Coomaraswamy, El simbolismo del tiro con arco, J. J. de Olañeta editor, Palma de Mallorca, 2007, pp. 17-18].
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